Revista Salud y Bienestar Colectivo ISSN 0719-8736
2020, Vol. 4, N.º 2
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De la crisis de los fundamentos, a los fundamentos de una crisis civilizatoria más allá
de la Modernidad. COVID 19 como catalizador en Chile.
From the crisis of the foundations, to the foundations of a civilizing crisis beyond
Modernity. COVID 19 as a catalyst in Chile.
Pedro Villasana López
Académico Investigador Departamento de Salud Universidad de los Lagos. Chile.
pedro.villasana@ulagos.cl
ORCID ID: https://orcid.org/0000-0001-8713-8202
Recibido: 15.04.2020
Aceptado: 28.04.2020
Publicado: 10.05.2020
Cómo citar este artículo: Villasana López, P. De la crisis de los fundamentos, a los fundamentos
de una crisis civilizatoria más allá de la Modernidad. COVID 19 como catalizador en Chile. Salud
y Bienestar Colectivo. 2020; 4 (2): 18 28.
Resumen
Con este trabajo intentamos una aproximación crítica a las tensiones que caracterizan este
hoy que sobrevivimos, precipitado por la pandemia del Covid 19 como catalizador
inesperado de la crisis civilizatoria que parece atravesamos como Humanidad. Para ello
contrastamos la crisis de los fundamentos, con algunos fundamentos de la crisis, que de
manera esencialmente recursiva se hacen posibles. La racionalidad y fines del modelo
civilizatorio en crisis, en una posible transición acelerada por la pandemia, permiten hacer
visibles algunas condiciones de posibilidad para la construcción de contratos sociales,
lógicas y racionalidades que apuntan a la Humanidad como fin y razón de ser; frente al
individualismo liquidador del sujeto y la individualidad; y a la Armonía, frente a la
metáfora del Desarrollo sin límites y la racionalidad instrumental que la sostiene en la
Modernidad Occidental.
Palabras clave: Crisis civilizatoria, Desarrollo, Progreso, Armonía, Humanidad,
Modernidad Occidental.
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Abstrac
With this work we try a critical approach to the tensions that characterize this today that
we survive, precipitated by the Covid 19 pandemic as an unexpected catalyst of the
civilizing crisis that seems to be going through as Humanity. To do this, we contrast the
fundamentals crisis with some fundamentals of the crisis, which in an essentially recursive
way are made possible. The rationality and ends of the civilizing model in crisis, in a
possible transition accelerated by the pandemic, make it possible to make visible some
conditions of possibility for the construction of social contracts, logics and rationales that
point Humanity as an end and a reason for being; against the liquidating individualism of
the subject and individuality; and Harmony, against the metaphor of Development without
limits and the instrumental rationality that sustains it in Western Modernity.
Key words: Civilizational crisis, Development, Progress, Harmony, Humanity, Western
Modernity.
¿Crisis civilizatoria?
Asumiendo el riesgo de simplificar, según planteó Arendt (citada por Lasaga), la
crisis de la modernidad ya se habría resuelto a mediados del siglo XX con el ciclo de
grandes guerras europeas de 1914 a 1945. Las formas culturales vigentes desde finales del
siglo XVII, se habrían agotado y perdido su razón de ser, con el colapso de la nación-
estado y su estilo de hacer política; la visión del mundo burgués, cifrada en una filosofía
de la historia que hace del progreso su ideal supremo
(1)
. Tanto el primer Informe del Club
de Roma presentado por Meadows en 1972 (“Los límites del Crecimiento”), como sus
posteriores revisiones y actualizaciones en 1991 y 2004, reafirmaron que la civilización
industrial había entrado en una fase de translimitación, en la que los mites naturales al
crecimiento habían sido ya traspasados. La población y la economía están realmente más
allá de los límites, la era del desarrollo está acercándose a su fin, y las actuales visiones y
teorías que postulan la indefinida continuación del desarrollo se verán profundamente
perturbadas
(2)
. La «modernidad» como proyecto civilizatorio, se crea e impone a partir de
la expansión colonial europea en 1492 desde la relación de dominación de «Occidente»
sobre «no-Occidente». De acuerdo con Cesaire y Dussel, citados por Grosfoguel, la
modernidad es un proyecto de muerte genocida de la vida (humana y no humana), y de
destrucción epistemicida de otras civilizaciones (destrucción de formas «otras» de
conocer, ser y estar en el mundo)
(3)
. Proyecto civilizatorio fundado en principios
organizadores de la vida que le son característicos, principios que reconocen y adjudican
valor a ciertos aspectos de la realidad y desconocen o desvalorizan otros, dándole un perfíl
específico, que lo identifica y diferencia, transitando etapas de gestación, nacimiento,
crecimiento, madurez, declinación y muerte, es también el caso de la Modernidad
Occidental
(4)
. El modelo civilizatorio agotado hace ya mucho tiempo, a pesar de las
recurrentes medidas de salvataje que hasta hoy se siguen y seguramente se seguirán
intentando. Este cadáver en descomposición; a pesar de sus ropajes nuevos, perfume y
maquillaje, resulta impresentable, pero tiene fuertes defensores.
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Márquez Covarrubia en acuerdo con una serie de autores desde una visión más
abarcadora, plantea que ésta es una crisis del sistema capitalista mundial en su conjunto;
conjuga una crisis de valorización y una multiplicidad de crisis, como la alimentaria, la
energética, y de los recursos de la Naturaleza en general. Postula que se trata de una crisis
civilizatoria que pone en riesgo ya no sólo la valorización del capital sino la organización
de la sociedad contemporánea y la existencia de la vida humana
(5)
.
Una crisis de la
racionalidad, de la gica de funcionamiento, de las relaciones humanas y los modos de
producción, del contrato social
(6)
. Como lo plantea Estermann, “todas las crisis
mencionadas se fundamentan en un solo tipo de racionalidad y valores que se remontan a
la civilización occidental dominante de los últimos trescientos o cuatrocientos años. Y esta
racionalidad está plagada de una serie de “falacias” y presupuestos incompatibles con la
vida en general, y la vida humana en particular
(7)
. El incumplimiento de la gran promesa
de la modernidad, conducirnos a un orden que al prescindir de toda trascendencia y apelar
sólo a la razón, nos haría libres, sabios, opulentos, felices, comenzó a pasar aceite desde
hace un rato ya bastante largo
(6)
.
Desarrollo, Crecimiento y Progreso, una distinción necesaria.
Interesadamente se ha naturalizado la conveniente confusión entre progreso,
desarrollo y crecimiento, transmutándolos de medios a fines en sí mismos. Este proceso de
difuminación termina por hacer desaparecer los fines, por imposibilitarnos para su
identificación, y así mismo impedir que podamos decidir acerca de nuestra adscripción a
medios o fines propuestos, nos hace olvidar. Y progresivamente en el proceso de
naturalización, nos conduce a olvidar que hemos olvidado. El pensamiento único
representado por la ideología neoliberal desarrollista se ha inoculado en la sociedad como
sentido común
(5)
.
De manera gruesa, y muy simple, podríamos adelantar que el Desarrollo apunta al
mayor aprovechamiento de los recursos de la naturaleza, incluido el ser humano, para la
generación de crecimiento, ganancias (riqueza), representadas por el capital en sus
diversas modalidades, en un proceso que, por definición, no tendría mites; el Desarrollo
es la meta, encarnada en la Modernidad Occidental, el paradigma dominante de lo que en
el siglo XX iba a manifestarse como “desarrollo” y “crecimiento ilimitado”
(7)
. Por su
parte, podemos entender al Progreso, a los fines de esta reflexión, como el proceso
organizado de aprovechamiento racional y armónico de la naturaleza de la cual formamos
parte, para el logro de una buena vida, ¿felicidad?, en el cual la armonía sería la medida y
a la vez la meta; el Progreso sería un medio, no la meta, no una concepción subsumida,
digerida y suplantada en la modernidad occidental por la de desarrollo antes descrita.
A pesar de la crisis en ciernes, el paradigma del crecimiento ilimitado no ha
perdido aún su vigencia y sigue siendo sustentado, contra viento y mareas, por una
inteligencia que está al servicio de la hegemonía cultural, militar y económica de
Occidente. Medir la riqueza y calidad de vida en términos de acumulación de dinero y
bienes sigue prevaleciendo en Occidente; con un ser humano que en vez de servirse de la
tecnología para una mejor vida, se vuelve cada vez más esclavo de ella
(7)
. Transitamos una
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compleja crisis civilizatoria con rostro multidimensional que atenta simultáneamente en
contra de los fundamentos de la riqueza: el ser humano y la naturaleza, y pone en grave
riesgo el sistema de vida en la Tierra, es decir, el metabolismo social
(5)
.
Como nunca
antes la Humanidad se enfrenta a una encrucijada en la cual la decisión no se trata del
cómo hacer para seguir progresando, sino de cómo hacer para sobrevivir como especie y
como Naturaleza. Encrucijada para preguntarnos si acaso ¿es esto que sufrimos la
Modernidad que nos prometieron?. Por ello debemos resaltar la perversa
simplificación del sentido de la Modernidad que se ha impuesto por la vía de la
invisibilización de sus otros fundamentos, que quizás resulten incómodos y contradictorios
al paradigma del crecimiento sin límites que se presenta e impone como su único
significado. La reivindicación de la razón por sobre el misticismo-oscurantismo, en la
más pura tradición del tránsito por el Renacimiento y la Ilustración a las cuales la
Modernidad daría continuidad, de seguro chocaría con la irracionalidad ciega del consumo
sin límites, que superpone los medios a los fines, propiciando este proceso entrópico sin
futuro para la Humanidad. La tarea pareciera ser ¿el re-descubrimiento de la Modernidad
en su más amplio sentido?, quizás pensando en ¿una remordernización de esta impostura
de modernidad a la cual nos han conducido?
Crisis de los fundamentos y fundamentos de la crisis. Un binomio esencialmente
recursivo.
En el proceso de suplantación del sentido de la Modernidad, la lógica del máximo
aprovechamiento, compatible o no con la razón, logra desdibujar los fines de la vida que
pudieron ser planteados originalmente, como el Bienestar, y termina tributando a los
medios sin importar los fines. En sucesivas metamorfosis el sentido del Bienestar, por
ejemplo, pasa de éxito-consumo-Bienestar a dispositivo generalizado de control y
Gobernanza en la actualidad
(8)
; pero cuando la espiral del consumo traspasó los límites,
el consumo pasa de ser fundamento bizarro del modelo a ser, paradójicamente,
fundamento de la crisis del modelo.
De manera análoga, la promesa del crecimiento y desarrollo sin límites ha
generado tanto la ilusión de éxito-consumo-Bienestar, como la ilusión de seguridad-
estabilidad que la adscripción al modelo desarrollista que suplanta a la Modernidad
supuestamente ofrecería. Concomitantemente se desarrolla el miedo a la inestabilidad, al
cambio, a las crisis; instituyendo mecanismos de defensa como la despolitización de la
vida, por ejemplo, que retroalimentan recursivamente al miedo como fundamento central
del sostenimiento del modelo. Ante el agravamiento de las desigualdades sociales,
predomina una sensación de desánimo y apatía y, en menor medida, de resistencia y
rebelión, por ahora. El Estado neoliberal haciendo uso de toda su institucionalidad, está
interesado en generar una ciudadanía conformista y enajenada, con un perfil técnico
acorde a las necesidades del capital
(5)
. Pero la ilusión de seguridad entra también en
crisis, en la medida que el traspaso de los límites del consumo comienza a exigir medidas
de contención para sostener la estabilidad del modelo. Si los recursos ya no alcanzan para
mantener la ilusión de consumo, daños colaterales son inevitables, se deteriora la ilusión
de seguridad, y emergen fenómenos como los chalecos amarillos de Francia, o los
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estallidos sociales en América Latina, Estados Unidos de América y muchos otros, así
como la aceleración de la construcción de muros o cualquier tipo de barreras físicas o
virtuales que aíslen la miseria. La situación se sale de control en alguna medida, estamos
frente a una crisis innegable de los fundamentos del modelo, pues la población está
“descubriendo” que la ilusión de seguridad y consumo no era más que eso; y el miedo
paralizante sucumbe ante la rebeldía y el entender que ya no hay nada que perder, que
desde el fondo sólo podemos mirar hacia arriba. El miedo y las ilusiones pierden
legitimidad como fundamentos; la crisis se hace presente y la población ya no le tiene
miedo, cualquier cambio con el cual se le amenace ya no puede ser peor. Hoy se registra
una crisis institucional, vista como una pérdida de legitimidad de las instituciones
neoliberales, estatales y financieras
(5)
. Veamos.
La permanente y avasalladora confusión, temor e incertidumbre con los que
sobrevivimos, nos hacen ver casi siempre a la crisis con su traje negativo, nos provocan
terror. Terror, que se hace funcional, con su efecto paralizante de dispositivo de control y
gobernanza, para la intencionalidad de mantener inalterado el estado de cosas, para
prevenir el cambio; que estimula el colaboracionismo, la complicidad colectiva en el
sustento del paradigma del crecimiento sin límites, del cual, por añadidura, sólo se
recogen migajas. Así, y solo por mencionar un ejemplo, la Real Academia de la Lengua
Española (RAE), haciendo bien la tarea, comienza por definir crisis como “situación mala
o difícil”, para luego describirla como “cambio profundo y de consecuencias importantes
en un proceso o una situación, o en la manera en que estos son apreciados”, pasando
por acepciones especializadas como la “intensificación brusca de los síntomas de una
enfermedad”, o reducción en la tasa de crecimiento de la producción de una economía,
o fase más baja de la actividad de un ciclo económico”, siempre desde lo negativo, para
terminar caracterindola como “cambio profundo y de consecuencias importantes en
un proceso o una situación, o en la manera en que estos son apreciados”, o cambio
brusco en el curso de una enfermedad, ya sea para mejorarse, ya para agravarse el
paciente
(9)
. Quedando bien con Dios y el Diablo, la RAE hace lo posible por evitar
definir a la crisis como evento evolutivo de carácter positivo, o negativo, pero no
necesariamente “malo”, seguramente “difícil” e indefectiblemente generador de cambios,
más o menos profundos, por lo cual no se justificaría temerle como proceso de cambio.
Los fundamentos hacen posible y a la vez dan sustento a un fenómeno, cuya emergencia y
ocurrencia produce una retroalimentación legitimadora de los propios fundamentos. Pero
el binomio entra en barreno y sin paracaídas, la crisis madura progresiva e
inexorablemente.
En eso estábamos y … ¿no lo vimos venir? Covid19 catalizador.
“Esta partícula de ARN ha hecho que la arrogancia de la sociedad de los imperios,
de la ciencia todopoderosa, del Dios mercado, se paralice por completo y se
desmorone cual castillo de naipes. Con ello, ha limitado como nunca antes la
sacrosanta libertad individual, ha hecho que la ciencia sea impotente de frenar su
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acción, y ha echado por tierra, una vez más, el pregonado y pretendido dominio de
la naturaleza por parte de la especie y la civilización humana”
(10)
.
Pero, es que ¿alguien puede sorprenderse del colapso de un sistema de salud
privatizado que no contaba con suficientes respiradores para atender el cúmulo de
emergencias en la pandemia?, ¿es que acaso nos extraña que no tuviesen respiradores
porque tenerlos y no estar usándolos no era rentable, ni eficiente?, es que ¿nos sorprende
la guerra por los tapabocas y respiradores?, es que ¿de verdad creemos que lo errático de
las medidas tomadas, no sólo en Chile, no tiene nada que ver con intereses comerciales no
tan ocultos? ¿Acaso no lo vimos venir cuando recibimos la alarma dos meses antes desde
el otro lado del mundo con suficiente tiempo para prepararnos?. Como destaca Ramonet,
“Los gritos de agonía de los miles de enfermos muertos por no disponer de camas en las
Unidades de Cuidados Intensivos condenan para largo tiempo a los fanáticos de las
privatizaciones, de los recortes y de las políticas austeritarias”. Condenan a los supuestos
sorprendidos ante una pandemia que fuera avisada hasta el cansancio por múltiples
instancias. Todos sabían que iba a ocurrir pero estaban distraídos contando las ganancias e
ignoraron las advertencias
(11)
.
Hablando de sorpresas, la revuelta de octubre 2019 en Chile, a la que preferimos
llamar estallido popular por tener todas las características de un proceso progresivo de
acumulación de fuerzas, de emergencia y maduración de las condiciones de posibilidad
para el desarrollo de una crisis, hacia la posible producción de nuevos modelos
civilizatorios, de un cambio radical en las lógicas de relacionamiento en la sociedad
chilena y nuestroamericana. No es un evento puntual, no es un hecho sorpresivo ni
sorprendente, sino que formaría parte (como hito), de un proceso continuo de lucha
popular, de reivindicación de un modo de vida marcado por la justicia , el respeto y la
solidaridad, frente a la colonización imperialista que hemos sufrido por casi seiscientos
años en esta impostura de Modernidad que se nos ha impuesto, con la pretensión de
aniquilar modos alternativos, algunos de ellos ancestrales, que rebrotan permanentemente,
retando al capitalismo salvaje, en una primavera indetenible, en la que lamentamos la
pérdida de muchas flores. Que el estallido ¿sorpresivo? ocurra en Chile, ícono del
neoliberalismo a nivel mundial, dilecto hijo de la Escuela de Chicago, resulta
particularmente significativo, pues, aún y cuando, y para hablar sólo de nuestro sub-
continente, se han producido eventos parecidos y más o menos contemporáneos en
Colombia, Ecuador, y en menor intensidad y con menor difusión, en Argentina y Brasil;
cuando el “Modelo chileno”, basado en la ilusión del consumo y desarrollo infinitos, en el
Estado y ciudadano nimos, Chile se nos presentaba blindado, de una solidez
incuestionable. Este es el escenario en el cual, simultáneamente con el resto del mundo, el
Covid19 llega a Chile con sus secuelas propiamente sanitarias y “las otras”, encarnadas en
la cuarentena y el aislamiento social impuestos; esto, que podría interpretarse como un
auxilio providencial para un “modelo chileno que parecía caerse a pedazos; una
conveniente dosis de anestesia para un pueblo en ebullición que milagrosamente es
devuelto a sus casas con sus protestas, sus piedras y su entusiasmo dejando por el
momento en paz al modelo. Bendito Covid19.
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En efecto, nos ilustra Morín, la fulminante revelación de los trastrocamientos que
estamos presenciando es que todo cuanto nos parecía separado está entrelazado; que una
catástrofe sanitaria convierte en catástrofe en cadena la totalidad de lo que es humano
(12)
.
Entre otros, Maffesoli, reitera su llamado de atención sobre la inminente crisis
civilizatoria, destacando que se olvida con frecuencia que “krisis significa, entre otras
cosas, el juicio que hace lo que está naciendo sobre aquello que está muriendo”,
reduciéndola a su aspecto económico, como un simple disfuncionamiento de la sociedad
de consumo, “que unas cuantas recetas políticas corregirían fácilmente por el bien de
todos”. Y en ese sentido considera que la “crisis sanitaria” es una manifestación de la
crisis de la sociedad en tránsito a un cambio del paradigma que la sustenta, la expresión
visible de una disolución invisible: la de una civilización que ya cumplió su ciclo. Nos
recuerda los casos de la “peste antonina” que en el año 190 precipitó la decadencia del
Imperio Romano, o la “peste negra” que en el siglo XIV aceleró la transición de la Edad
Media al Renacimiento, para mostrar cómo el Covid19 puede estar jugando ese papel de
catalizador en la decadencia de la Modernidad y del mito progresista
(13)
.
Pero al extender la mirada en un ejercicio para el que no hace falta ser vidente, la
situación post-pandemia (con mucho respeto por quienes la ponen en duda), y el “segundo
tiempo” previsible para el estallido social en Chile, se nos muestra con cifras dramáticas,
verdaderamente catastróficas en todos los ámbitos, producto sobre todo de “esas otras”
secuelas producto de las medidas impuestas por la autoridad sanitaria a nivel mundial para
contener la pandemia. Desempleo, desaceleración y recesión de la economía a nivel
nacional y mundial, en el marco de un aparente cambio bautizado como “nuevo orden
mundial”, que múltiples fuentes visualizan al final de este túnel, en una suerte de “vox
populi”. Ignacio Ramonet advierte:
“Por el momento, sociedades enteras siguen confinadas en sus viviendas. Dóciles,
asustadas, controladas, silenciosas. ¿Qué ocurrirá cuando se levanten los
confinamientos? ¿Qué habrán estado ruminando los pueblos durante su inédito
‘aislamiento social’?¿Cuántos reproches han estado acumulando contra algunos
gobernantes? No es improbable que asistamos, aquí o allá, a una suerte de estampida
revoltosa de ciudadanos indignados -muy indignados- contra diversos centros de
poder acusados de mala gestión de la pandemia…”
(11)
.
Ese “bichito” al que no vimos venir ha hecho que la arrogancia de la sociedad de
los imperios, de la ciencia todopoderosa, del Dios mercado, se paralice por completo y se
desmorone cual castillo de naipes”… Ha precipitado la aceleración de lo que puede llegar
a ser una transición a otro modelo civilizatorio, al cual la Humanidad (por lo menos la
mayor parte) camina a ciegas. Y remarcamos esto de la mayor parte, pues legítimamente
podemos pensar que somos objeto de una profecía autocumplida de las élites mundiales,
de ese minúsculo grupo de dueños del mundo que podría estar, aprovechando la pandemia
como oportunidad estratégica, al comando de una macabra operación de reinvención del
modelo, nuevamente de espaldas a la Humanidad.
Caminando la incertidumbre … ¿podemos imaginar un futuro?
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¿Será posible imaginar un mundo más allá de la racionalidad y fines del modelo
civilizatorio de la Modernidad Occidental en crisis, en una posible transición acelerada por
la pandemia del Covid19?.
En el ejercicio de una epistemología de la sospecha, tenemos que examinar el
movimiento de los hilos (del titiritero) desde que se declaró la quiebra del modelo en los
años setenta del siglo XX (por hacer un corte arbitrario), y en las sucesivas reinvenciones
del mismo en los últimos cincuenta años. Si miramos rápidamente en el pasado más
cercano, eventos como las invasiones de Irak, Libia, Siria, y otra cantidad de etcéteras, la
crisis financiera del 2008, el Brexit en Inglaterra en julio de 2016, y la victoria de Trump,
se producen con un discurso abiertamente racista, prometiendo continuar intensificando la
expulsión y encarcelamiento de millones de inmigrantes, en nombre de la lucha contra el
«terrorismo». Este nuevo Apartheid, del “America First” o “Britain First”, cobra pleno
sentido para lo que llamamos la reinvención del modelo, o el esfuerzo por sostenerlo
(5)
.
En este escenario el Covid19 cataliza la aceleración, no sabemos hacia donde. Pero las
crisis son momentos de oportunidad, y a pesar de todos los obstáculos todavía podemos
pensar e imaginar un/otro mundo; pensarnos e imaginarnos en él.
Siguiendo a Boa Ventura de Sousa Santos:
“...dada la concepción de tiempo lineal que sostiene la Modernidad Occidental,
las transiciones son siempre una trayectoria que va del pasado al futuro. ¿Cómo
imaginar al revés, es decir, desde lo que no existe para lo que existió y desde
este último, recuperado en sus ruinas vivientes, reales o imaginarias, para un
futuro que no tiene que ser inventado, sino que tiene que ser desproducido
como ausente o inviable? ¿Cómo hacer demandas de futuro a través de
demandas de memoria? Lo impensado puede ser pensado desde lo pensado,
pero no desde lo impensable”
(14)
.
Continua Santos destacando que la primera dificultad de la imaginación política
puede formularse así: “es tan difícil imaginar el fin del capitalismo cuanto es difícil
imaginar que el capitalismo no tenga fin”, en un escenario donde “si los gobiernos
imaginan el poscapitalismo a partir del capitalismo, los movimientos indígenas imaginan
el poscapitalismo a partir del precapitalismo
(14)
.
En ambos casos quedando presos al
capitalismo como referente, amarrados a su gica perversa, y facilitando su reciclaje
perpetuo; poniendo además de relieve la centralidad del colonialismo como obstáculo en
la transición civilizatoria. Esto se hace patente también en el discurso quienes abogan por
la búsqueda de la sustentabilidad, y lo decimos con mucho respeto por quienes adhieren
esta tesis; como podemos constatar en el propio Informe al Club de Roma, los Límites del
Crecimiento , paradójicamente uno de los primeros en llamar la atención sobre la crisis en
1972, y sus actualizaciones de 1994 y 2004, donde se dan una serie de recomendaciones
para conseguir un “nuevo equilibrio” con la Naturaleza, pero manteniéndose en la misma
lógica de explotación de la misma que nos ha conducido hasta el presente que tenemos.
Apelando de manera ingenua a la aplicación de una especie de receta para el logro de “un
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mundo sostenible” que “jamás podrá advenir si no puede desarrollarse una visión de él”,
(…) basada en una lista de propuestas que “debe construirse a partir de las contribuciones
de muchas personas antes de que esté completa e incite a la acción”. Pasando a enumerar
un conjunto de “las cosas que vemos, cuando nos permitimos a nosotros mismos imaginar
una sociedad sostenible en la que nos gustaría vivir”, advirtiendo que “no es de ninguna
forma una lista definitiva o una visión completa”. Detallando un largo desideratum de
posibles acciones que en una labor evangelizadora permitirían salvar la Humanidad, ¿o
salvar el Capitalismo?, sin cuestionar los fundamentos o las gicas irracionales que han
conducido a la crisis, y por el contrario sustentando la posibilidad del reciclaje del modelo;
“una Revolución de la sostenibilidad”
(15)
.
Un nuevo salvataje. Ilustrando lo que plantea
Edgar Morín al decirnos:
“La crisis en una sociedad suscita dos procesos contradictorios. El primero estimula la
imaginación y la creatividad en la investigación de soluciones nuevas. El segundo es,
o bien la búsqueda del retorno a una estabilidad del pasado, o bien la adhesión a una
salvación providencial así como la denuncia o la inmolación de un culpable”
(12)
.
Santos nos invita y nos reta a practicar una sociología de las ausencias que supera
y contiene las alternativas que señala Morín, a intentar esa investigación que tiene como
objetivo mostrar que lo que no existe es, de hecho, activamente producido como no
existente, como una alternativa no creíble”, nos convida a convertir en objetos empíricos
posibles a aquellos producidos como imposibles, descalificados, invisibilizados. “Se trata
de transformar objetos ausentes en objetos presentes” y posibles
(14)
. A contracorriente de
la visión “desarrollista heredada de la modernidad europea, para la cual el “Vivir Bien”
amerindio es considerado como “retroceso”, modelo “anacrónico y arcaico”,
“premoderno” y no operacionalizable”
(7)
. Se trata de pensar-soñar proyectos de
Humanidad posiblemente fuera de las lógicas hegemónicas hasta ahora, en el ejercicio de
lo que Santos llama una Epistemología del Sur, que se fundamentaría en dos premisas:
“Primero, la comprensión del mundo es mucho más amplia que la comprensión
occidental del mundo (...), que la transformación progresista del mundo puede ocurrir
por caminos no previstos por el pensamiento occidental, (…). Segundo, la diversidad
del mundo es infinita; incluye modos muy distintos de ser, pensar y sentir, de concebir
el tiempo, la relación entre seres humanos y entre humanos y no humanos, de mirar el
pasado y el futuro, de organizar colectivamente la vida, la producción de bienes y
servicios y el ocio (...) Por eso no necesitamos alternativas, sino un pensamiento
alternativo de alternativas
(14)
.
En Chile y en el mundo, la pandemia, al precipitar el colapso del modelo desde lo
sanitario a lo económico y también lo social, ha destapado a la fuerza un sinnúmero de
incertidumbres; cada día sabemos menos del virus y su errático comportamiento (si nos
guiamos por las declaraciones de la autoridad sanitaria en muchos países); no podemos
siquiera imaginar a futuro las consecuencias políticas, económicas y sociales que se
reproducen exponencialmente día a día; “no sabemos si, al respecto, debemos esperar lo
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peor, lo mejor, o alguna mezcla de los dos; estamos encaminados hacia nuevas
incertidumbres”
(12)
. Pero sobre todo ofrece nuevas oportunidades, visibilizando
condiciones de posibilidad para la construcción de contratos sociales, lógicas y
racionalidades que apunten a la Humanidad como fin y razón de ser; la intención no es dar
respuestas, sino formular preguntas que contribuyan a pensar la compleja realidad
presente y sus posibles alternativas, considerando las acciones de los sujetos en pugna, los
que quieren que las cosas no cambien y los que están construyendo en el presente otras
realidades
(6)
. Retomando a Wilkinson, algunas ideas fuerza totalmente diferentes a las
predominantes en la civilización del progreso, parecen afirmarse en la conciencia de la
población (…). Desde ámbitos completamente distintos y aparentemente antagónicos,
comienzan a establecerse convicciones que constituirán las bases de un nuevo ciclo
civilizatorio en plena gestación
(4)
. Solidaridad frente al individualismo liquidador del
sujeto y la individualidad, como podría llegar a ser en Chile un genuino y soberano
Proceso Constituyente; reivindicar la Armonía, frente a la metáfora del Desarrollo sin
límites y la racionalidad instrumental que la sostiene, por ahora, en la Modernidad
Occidental. Elegir la Vida.
BIBLIOGRAFÍA
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5) Márquez Covarrubia, H., 2009. “Diez rostros De la crisis civilizatoria Del sistema
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191-210. p 168, 192.
6) Crisis civilizatoria y superación del capitalismo / coordinador Raúl Ornelas; [autores]
Armando Bartra 25 a la 72… [y tres más]. Primera edición. UNAM, Instituto de
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7) Estermann, J., 2012. Crisis civilizatoria y Vivir Bien Una crítica filosófica del modelo
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2012. p 16.
Revista Salud y Bienestar Colectivo ISSN 0719-8736
2020, Vol. 4, N.º 2
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8) Villasana, P., Gómez, R., De Vos, P. Aproximacin crtico-Hermenetica a la nocin
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2018, 23(83), 148-164. [fecha de Consulta 28 de octubre de 2019]. ISSN: 1315-5216.
Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=27957772014
9) Diccionario Real Academia de la Lengua Española. 2019. Disponible en:
https://www.rae.es/recursos/diccionarios
10) Sanz, R. 2020. COVID-19: MODERNIDAD Y FATAL ARROGANCIA.
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11) Ramonet, I. 27/04/2020. Ante lo desconocido… la pandemia y el sistema
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https://www.alainet.org/es/articulo/206182
12) Morin, E., 2020. Festival de incertidumbres. Traducción libre de Jorge Dávila.
Publicado el día 21 de abril de 2020 en la serie Tracts de crise de ediciones Gallimard con
el número 54 (https://tracts.gallimard.fr/fr/products/tracts-decrise-n-54-un-festival-d-
incertitudes) p 9, 10.
13) Maffesoli, M., 2020. Crisis sanitaria, crisis civilizatoria
https://www.latercera.com/opinion/noticia/crisis-sanitaria-crisis-
civilizatoria/UC67PF2F25G7DHUW4LJWHMYJDI/
14) Santos, B., 2010. Refundación del Estado en América Latina. Perspectivas desde una
epistemología del Sur. Instituto Internacional de Derecho y Sociedad. Lima, julio de 2010
ISBN: 978-612-45667-2-1. p 37, 43, 65.
15) Donella H. Meado ws, Dennis L. Meado ws, Jorgen Randers 1992. Más allá de los
límites del crecimiento. Ediciones El País S.A./Aguilar S.A. de Ediciones ISBN: 84-03-
59256-6 p 266, 272