Revista Salud y Bienestar Colectivo ISSN 0719-8736
Ene-Abr 2020, Vol. 4, N.º 1, p. 24 - 32
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pequeños empresarios, como una manera de proteger su inversión, comenzaron a cerrar sus
locales anticipadamente, reduciendo de esta manera su horario de trabajo, pero también sus
ingresos.
Además, y aunque se reconoce la importancia de la producción industrial y la
participación de las grandes empresas como el motor de la economía, no es menos cierto
que los emprendimientos y las pequeñas y medianas empresas con las que generan un
incremento fundamental en el Producto Interno Bruto de un país. Las nuevas oportunidades
son reconocidas comom el motor de la productividad de una sociedad, contribuyendo a una
economía sana y más democrática
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.
Entonces, y por cuanto si se considera que esas pequeñas y medianas empresas ven
paralizada su productividad, comienza a generarse un impacto negativo en la economía.
Asimismo, la reducción de los ingresos en la población conlleva a un menor gasto de sus
habitantes, es decir, a una reducción del consumo, afectando entonces a las grandes
empresas que ofrecen esos productos. Rápidamente se incrementan los niveles de cesantía y
los indicadores que parecían tan saludables en un primer momento, dejan traslucir la
realidad y la inestabilidad de la economía chilena.
Pareciera ser que el efecto de reducir las desigualdades generó el impacto contrario
y, como es esperable, el consumo se centró en artículos de primera necesidad,
enlenteciendo la máquina productiva en Chile.
Esta inestabilidad, sumada a los hechos de violencia y a los enfrentamientos entre la
ciudadanía y las Fuerzas Armadas y de Orden del país, se transformaron finalmente en un
caldo de cultivo para una enorme crisis social y económica, la cual no será fácil de superar.
En las personas se generan preocupaciones y síntomas asociados al estrés que se
despierta ante estas nuevas exigencias, donde las nuevas condiciones de trabajo y la
cesantía, así como un panorama pesimista que se hace presente, con cierta desesperanza en
relación con el término de este conflicto y con la ausencia de liderazgos efectivos, más la
poca capacidad por parte de las autoridades de generar cambios sustantivos y que satisfagan
las expectativas de los manifestantes, prolongan el conflicto social y conllevan emociones
negativas que, rápidamente, fomentan la aparición de síntomas ansiosos y depresivos, así
como cuadros más graves que se derivan de este estrés. La inestabilidad en los empleos se
hace patente y muchos pequeños y medianos empresarios, ven reducidas sus posibilidades
de seguir obteniendo el sustento a través de sus inversiones. Si el trabajo como factor
protector y como elemento que genera estabilidad en las personas, se ve perjudicado, es
comprensible el surgimiento de patologías mentales al interior de la sociedad. El
incremento en el consumo de medicamentos antidepresivos parece confirmar esta idea.
Finalmente, y como dato curioso, poco antes del mes de octubre del año 2019 en
Chile estaba ingresando a discusión en el Congreso la ley que buscaba reducir la jornada
laboral de 45 a 40 horas, anticipándose en el núcleo empresarial del país lo desastrosa que