Revista Salud y Bienestar Colectivo ISSN 0719-8736
Ene-Abr 2020, Vol. 4, N.º 1, p. 24 - 32
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El impacto del 18-O en las condiciones laborales en Chile
The impact of 18-O on labor conditions in Chile
Ps. Mg. Rubén Celis Schneider
Académico Asociado C Carrera Psicología
Universidad de Los Lagos, Osorno
ruben.celis@ulagos.cl
Recibido: 12.12.2019
Aceptado: 29.12.2019
Publicado: 10.01.2020
Cómo citar este artículo: Celis, R. El impacto del 18-O en las condiciones laborales en
Chile. Salud y Bienestar Colectivo. 2020; 4 (1): 24 - 32
Resumen
El trabajo se constituye no sólo en una fuente de ingresos con los cuales las personas
pueden financiar su estilo de vida, sino que además genera una manera de funcionar,
donde se aplican las capacidades y habilidades de cada trabajador, constituyéndose
en un elemento que promueve la calidad de vida y la salud mental. Sin embargo, las
manifestaciones que se han observado desde octubre de 2019 en Chile, no sólo ha
despertado la conciencia acerca de las desigualdades que se aprecian en un país
aparentemente estable económicamente, sino que ha generado un incremento en los
niveles de cesantía y ha estancado la economía nacional, provocando además efectos
en la salud mental de las personas que no se habían previsto inicialmente y que,
probablemente, generará cambios duraderos en la fuente laboral de los individuos.
Palabras claves: economía, salud mental, inseguridad laboral
Abstract
Work constitutes not only a source of income with which people can finance their
lifestyle, but also generates a way of functioning, where the capacities and abilities of
each worker are applied, becoming an element that promotes quality of life and
mental health. However, the demonstrations that have been observed since October
2019 in Chile have not only raised awareness about the inequalities that are seen in
an apparently economically stable country, but have also generated an increase in
unemployment levels and have stagnated the national economy, also causing effects
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on the mental health of people that were not initially foreseen and that, probably, will
generate lasting changes in the labor source of individuals.
Keywords: economy, mental health, employment insecurity
Introducción:
Hasta antes del 18 de octubre de 2019, ahora denominado popularmente como 18-
O, a Chile se le consideraba el paraíso de Latinoamérica, reconocido por la estabilidad
económica y el orden que se veía en el sistema social. Incluso Milton Friedman aludía al
“Milagro económico”. No obstante, ese mismo orden ocultaba una crisis que venía
gestándose desde el retorno a la democracia, pero que se ha traducido en una desigualdad
cada vez más marcada, donde un alza de CLP$30 en el pasaje del transporte urbano en la
ciudad de Santiago fue el motivo gatillante para que se generara un caos y manifestaciones
que protestaban contra esa desigualdad y las promesas incumplidas de los diversos
gobiernos que se han sucedido desde 1991 a la fecha. A pesar del gran crecimiento
macroeconómico y de cifras que parecían muy promisorias, la distribución del ingreso
dejaba al país como una de las peores naciones a nivel mundial
(1)
.
Entonces, esa alza en el pasaje se transformó en un rechazo popular que no sólo se
observó en la capital, sino que comenzó a replicarse a lo largo de Chile, con diversas
manifestaciones masivas que han llevado a paralizar al país, obligando al gobierno de
Sebastián Piñera a tomar decisiones y a impulsar un conjunto de medidas que pretenden
disminuir la brecha social existente, aunque sin mayor éxito en cuanto a calmar los ánimos
de los protestantes.
Dentro de esas medidas, y como una forma de mantener el orden, el día 21 de
octubre se decretó un toque de queda, con la salida de las Fuerzas Armadas a las calles,
reviviendo en muchos habitantes del país la imagen de lo ocurrido en 1973. Esta decisión se
tradujo en un rechazo popular que generó aún mayores enfrentamientos, los que finalmente
obligaron al Presidente Piñera a desistir de esa decisión y a impulsar un amplio paquete de
reformas económicas, con lo que se pretende disminuir las brechas. Entre esas medidas
inmediatas, se pueden destacar la eliminación de alza en el pasaje del transporte
metropolitano, el incremento en el salario nimo y el aumento en las pensiones para los
jubilados, pero principalmente, la iniciativa para definir una nueva Constitución, en la cual
la participación ciudadana sea masiva y pueda favorecer la equidad entre la población.
Ahora bien, es interesante evaluar cuál es el impacto que esas medidas están
generando en las condiciones laborales del país, y cuál ha sido y será su expresión a nivel
de los trabajadores.
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El conflicto es inherente a la sociedad
Desde que dos o más personas entran en una interacción más o menos frecuente se
tiene la posibilidad de desacuerdos, diferencias de percepción, discrepancias en el marco
valórico. Esas diferencias comienzan a generar el caldo de cultivo para un conflicto. En
otras palabras, el conflicto es inherente al ser humano, y es parte de la sociedad y de todas
las instituciones que la conforman. Es más, desde que se tiene registros escritos acerca de
un determinado pueblo, ya es posible encontrar manifestaciones del conflicto y de la
desigualdad al interior de una sociedad
(2)
.
Y dentro de ese conflicto, Marx y Engels plantean cómo la luchas entre las clases,
especialmente aquella clase dominante representada por el gobierno, contribuye a imponer
su punto de vista, aunque finalmente tratan de satisfacer sus propios intereses
argumentando que dichos intereses apuntan a beneficiar al bien común. Al respecto, Inda y
Duek mencionan que el cambio en esa ideología y en esa concepción del mundo, surge a
partir de la disputa a la hegemonía del poder que se ha manifestado hasta ese momento,
comenzando a utilizar el sentido común, y en donde una nueva manera de ver el entorno
comienza a transmitirse hacia las clases subalternas. A través de la lucha de clases, se
sientan las bases para una nueva ideología y para poner en duda la ideología imperante
hasta ahora
(3)
.
La percepción de las desigualdades que se comienzan a producir por la
implementación de las diversas ideologías imperantes, generan una tendencia al conflicto
que se hace transversal y que comprenderá desde las relaciones interpersonales, hasta las
diversas estructuras jerárquicas, afectando la forma en que se organiza una sociedad, el
liderazgo que se observa, así como una disminución notoria en la eficiencia en el
funcionamiento de dicha sociedad y la disminución en la calidad de vida tanto individual
como institucional
(4)
.
Por otro lado, las organizaciones que sustentan el desarrollo económico de un país,
y en especial, sus ejecutivos, comienzan a ver afectada su imagen al interior de una
determinada sociedad, considerándoseles finalmente como los sujetos que se ven
beneficiados dentro de la repartición desigual de la riqueza, atribuyéndosele
responsabilidad a los grandes empresarios y a las instituciones bancarias de las decisiones
que se toman a nivel del gobierno, e indicándose al capitalismo y al modelo neoliberal
como el culpable de las diferencias sociales. Si a ello se suman la crisis económica que se
ha venido observando desde el año 2008 a nivel mundial, las prestaciones y los servicios
que presta un determinado Estado hacia sus individuos, se han visto paulatinamente
disminuidos, incrementando la sensación de insatisfacción en los ciudadanos y ciudadanas
de una sociedad
(5)
.
Por supuesto que Chile no se ha visto ajeno al efecto de la economía derivada del
modelo neoliberal y de las dificultades que se perciben desde ese 2008. Y bajo el lema
“Chile despertó” no se hace alusión a esa alza en el valor del pasaje para el transporte
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subterráneo de la capital del país, sino que se vino a manifestar un descontento
generalizado que se ha venido acumulando progresivamente bajo los gobiernos de las
últimas dos décadas hasta el momento, en que la ideología política y el énfasis en el
beneficio del mundo empresarial derivado de dicho modelo neoliberal, han acrecentado las
diferencias económicas en la población chilena. La sensación de opresión que ha ido
percibiendo la clase media, ha estallado de manera espontánea y con gran fuerza. No
obstante, ese mismo estallido es la culminación de varios hechos históricos que parecen
haber sido ignorados o, al menos, sin habérsele dado la importancia que tuvo en su
momento. Desde ese punto de vista, la llamada “Revolución Pingüina”, la lucha del pueblo
mapuche por conservar sus tierras y las pugnas con la industria maderera, el clamor de los
estudiantes universitarios por el acceso a una educación de calidad, el descontento hacia las
Administradoras de los Fondos de Pensiones, o la justa demanda por los derechos de las
mujeres y el reconocimiento a la diversidad sexual. Todo ello se ha sumado y acoplado en
este estallido, incrementando la fuerza de esa explosión, pero también evidenciando una
falta de liderazgo y de dirección en este uso de la fuerza y de las manifestaciones que se
han observado a lo largo de todo el país
(6)
.
Ahora bien, aunque es comprensible el malestar generalizado y la lucha por una
sociedad más justa que busca una disminución de las diferencias sociales, hay efectos que
pueden estar resultando contrarios a lo que se plantea como la razón de ser detrás de las
manifestaciones y que pueden haberse pasado por alto. Esos efectos pueden generar un
resultado muy distinto y que podría incluso acrecentar la desigualdad y el malestar en el
país.
Los indicadores económicos
La percepción generalizada en los últimos meses del año 2019 y posteriores al 18-
O, es que se produjo un incremento en los niveles de desempleo a nivel nacional. Al revisar
los datos entregados por el Instituto Nacional de Estadísticas, INE, se observa un
incremento de 0,1 puntos porcentuales en el período septiembre-noviembre de 2019, cifra
que llamó la atención, puesto que se anticipaba un porcentaje mucho mayor. No obstante, al
revisar con mayor detalle las estadísticas, se aprecia un fuerte incremento en los empleos
informales en comparación con el año anterior, específicamente un 4,2%, donde las
mujeres mostraron un aumento de 5,3%, mientras que los hombres exhibieron un
incremento de 3,3%. Al comparar los trimestres móviles, se evidencia un aumento de 0,6%
en los empleos informales entre el trimestre agosto-octubre con el período noviembre-enero
(7)
.
Luego, al revisar el trimestre diciembre-febrero, es posible observar un incremento
en la tasa de cesantes de 13,4%, en donde el mayor impacto negativo, fue en la industria
manufacturera, la que vio disminuida en 5,9% sus contrataciones
(7)
.
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No obstante, no es sólo la paralización de las industrias y en el comercio donde se
observan consecuencias negativas. Si bien el turismo y la gastronomía ha evidenciado una
baja importante en sus indicadores, también se aprecian efectos en el valor del dólar. De
esta manera, a inicios de octubre de 2019, la divisa se transaba en valores cercanos a los
CLP$720, mientras que a fines de noviembre ya alcanzaba los CLP$830, mostrando valores
históricos en el país. Este incremento trajo efectos devastadores para las pequeñas y
medianas empresas, así como en la importación de bienes de primera necesidad, entre ellos,
el petróleo. El aumento en el costo de la vida, sumada a la paralización de las pequeñas y
medianas empresas, y una cifra cercana a los 300.000 trabajadores cesantes, incluso con
algunas estimaciones que superan las 500.000 que perderán su fuente de empleo, lo que
tendrá también un efecto muy negativo en el PIB del país, donde el Banco Central ya ajustó
el crecimiento económico del país, y lo redujo de un 2,5% a un 1,9%
(8)
.
Además, la inestabilidad que se deriva de las manifestaciones constantes y de la
violencia que ha afectado a las grandes empresas y los supermercados, no sólo impactan
directamente en las mismas organizaciones, sino también en toda la cadena de productores,
pequeños y grandes, que sirven como proveedores para esas empresas. De esta manera, se
obtiene un círculo vicioso que incrementa la inseguridad y la inestabilidad económica,
encaminando al país a una lenta recuperación y a generar la sombra de una gran recesión
(8)
.
Pareciera ser que el milagro económico que comentaba Friedman, ha tenido un duro
golpe con la realidad.
Los efectos en la salud mental de los trabajadores
Es innegable la importancia que tiene el trabajo como fuente de realización
personal, pero que más allá de una fuente de ingreso, constituye un factor que genera
estabilidad en el día a día. De esta manera, el trabajo entrega una organización y una
programación de los tiempos, incrementa la posibilidad de lazos sociales más allá de la
familia, contribuye a poner en práctica las capacidades individuales. Debido a esto y la
finalidad positiva que produce contar con un empleo, también es dable considerar las
consecuencias psicológicas y sociales que se derivan de la pérdida de las fuentes laborales
(9)
.
Por lo mismo, las condiciones en que se desempeñan las personas dentro del mundo
del trabajo, tiene un impacto directo en la salud mental de ellas. Así, la posibilidad de
contar con un ingreso estable y fijo, la seguridad que brinda una fuente laboral duradera, las
redes sociales y los contactos adecuados que se logran formar durante la jornada de trabajo,
el nivel de ajuste de las tareas a realizar con las competencias con las que cuenta una
determinada persona, entre otras, son condiciones que contribuyen a considerar el trabajo
como un factor protector. Y de lo anterior se desprende que las condiciones precarias del
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empleo, la inseguridad en la fuente laboral, el percibir de manera pesimista el futuro del
trabajo, así como el temor (real o infundado) a perder la fuente laboral, son ingredientes
que podrán desarrollar un estrés importante en el individuo
(10)
.
Ahora bien, y de acuerdo a las estadísticas entregadas por el INE, se ha visto un
aumento importante de las personas sin empleo, junto con un descenso en la actividad
económica del país, por lo cual, el temor a perder su fuente laboral es real. Y se ha
relacionado esta inestabilidad laboral con el incremento de ansiedad, depresión, miedo,
disminución de las actividades sociales, consumo de sustancias mayor prevalencia de
dolores crónicos y trastornos cardiovasculares, de casos de violencia doméstica y suicidios
(10)
.
Con respecto a esto último, vale decir, las conductas suicidas, históricamente se ha
visto una correlación entre las crisis económicas y el aumento en la frecuencia de las
acciones autolesivas, y ello queda en evidencia en las consecuencias de la Gran Depresión
de 1929, la crisis del Petróleo en la década de 1970, así como en la crisis asiática de finales
de 1990 (11).
Asimismo, y como una muestra de la mayor incidencia de enfermedades mentales
como efecto de las movilizaciones, se puede observar que el consumo de medicamentos
antidepresivos se incrementó en un 43% durante las cuatro primeras semanas posteriores al
estallido social
(11)
.
Conclusiones
Es probable que el fundamento que avala el estallido social y las posteriores
manifestaciones que se generaron en Chile de manera posterior al 18 de octubre de 2019,
sea comprendido y aceptado por el gran grueso de la población chilena. La crisis
económica se viene manifestando desde el año 2008 en adelante, haciéndose más evidente
en el último período, por lo que el movimiento popular que fue gatillado por el alza en el
valor del pasaje del transporte público y que se generalizó en todo el territorio, no puede ser
etiquetado bajo la postura de ningún partido político o de una ideología filosófica. La
sensación de desigualdad se hizo más patente en el último tiempo y el clamor popular se
hizo protagonista en la lucha contra las clases sociales y contra la falta de equidad en la
repartición de las riquezas dentro del país. Los indicadores económicos demuestran que a
pesar de la aparente salud económica de Chile, detrás se esconde una tremenda desigualdad
(12)
.
Entonces, esta exigencia por mayor igualdad se hizo patente con un “Chile
despertó”. Sin embargo, rápidamente comenzaron a aparecer efectos indeseados, y que
seguramente no fueron previstos al momento de reaccionar en forma de protesta una vez
superado el límite de la paciencia de los ciudadanos. Entre ellos, se vio alterada la manera
habitual de funcionar, donde ante el temor de las manifestaciones, muchos comerciantes y
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pequeños empresarios, como una manera de proteger su inversión, comenzaron a cerrar sus
locales anticipadamente, reduciendo de esta manera su horario de trabajo, pero también sus
ingresos.
Además, y aunque se reconoce la importancia de la producción industrial y la
participación de las grandes empresas como el motor de la economía, no es menos cierto
que los emprendimientos y las pequeñas y medianas empresas con las que generan un
incremento fundamental en el Producto Interno Bruto de un país. Las nuevas oportunidades
son reconocidas comom el motor de la productividad de una sociedad, contribuyendo a una
economía sana y más democrática
(13)
.
Entonces, y por cuanto si se considera que esas pequeñas y medianas empresas ven
paralizada su productividad, comienza a generarse un impacto negativo en la economía.
Asimismo, la reducción de los ingresos en la población conlleva a un menor gasto de sus
habitantes, es decir, a una reducción del consumo, afectando entonces a las grandes
empresas que ofrecen esos productos. Rápidamente se incrementan los niveles de cesantía y
los indicadores que parecían tan saludables en un primer momento, dejan traslucir la
realidad y la inestabilidad de la economía chilena.
Pareciera ser que el efecto de reducir las desigualdades generó el impacto contrario
y, como es esperable, el consumo se centró en artículos de primera necesidad,
enlenteciendo la máquina productiva en Chile.
Esta inestabilidad, sumada a los hechos de violencia y a los enfrentamientos entre la
ciudadanía y las Fuerzas Armadas y de Orden del país, se transformaron finalmente en un
caldo de cultivo para una enorme crisis social y económica, la cual no será fácil de superar.
En las personas se generan preocupaciones y síntomas asociados al estrés que se
despierta ante estas nuevas exigencias, donde las nuevas condiciones de trabajo y la
cesantía, así como un panorama pesimista que se hace presente, con cierta desesperanza en
relación con el término de este conflicto y con la ausencia de liderazgos efectivos, más la
poca capacidad por parte de las autoridades de generar cambios sustantivos y que satisfagan
las expectativas de los manifestantes, prolongan el conflicto social y conllevan emociones
negativas que, rápidamente, fomentan la aparición de síntomas ansiosos y depresivos, así
como cuadros más graves que se derivan de este estrés. La inestabilidad en los empleos se
hace patente y muchos pequeños y medianos empresarios, ven reducidas sus posibilidades
de seguir obteniendo el sustento a través de sus inversiones. Si el trabajo como factor
protector y como elemento que genera estabilidad en las personas, se ve perjudicado, es
comprensible el surgimiento de patologías mentales al interior de la sociedad. El
incremento en el consumo de medicamentos antidepresivos parece confirmar esta idea.
Finalmente, y como dato curioso, poco antes del mes de octubre del año 2019 en
Chile estaba ingresando a discusión en el Congreso la ley que buscaba reducir la jornada
laboral de 45 a 40 horas, anticipándose en el núcleo empresarial del país lo desastrosa que
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sería esa medida, producto del alza en los costos de la producción, con la consiguiente
reducción en la oferta de empleos y en los salarios. Sin embargo, al verse reducida la
jornada laboral, como una manera de reducir la exposición a las manifestaciones y los
conflictos entre los manifestantes y Carabineros, principalmente, fue muy frecuente
observar cambios en los horarios de atención de supermercados y centros comerciales. Por
ello, se podría pensar que una jornada laboral más reducida, podría no tener mayor
incidencia negativa en la economía del país. Es más, al comparar las jornadas laborales de
países desarrollados, tales como Países Bajos, Dinamarca, Reino Unido, entre otros, la
cantidad de horas semanales son apenas superiores a las 35 horas, e incentivan además un
horario flexible, a diferencia de lo que ocurre en Chile, que se caracteriza por poseer una de
las jornadas laborales más extensas de la OCDE. Por ello, una de los aprendizajes que
podrían extraerse de este cambio en las prácticas laborales es que Chile no necesariamente
va a ver afectado su poder económico por contar con jornadas más breves de trabajo
(14)
.
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en-chile/" https://www.elmostrador.cl/dia/2019/08/21/cuales-son-los-paises-donde-la-
gente-trabaja-mas-y-menos-horas-semanales-y-que-quieren-cambiar-en-chile/ .