Revista Salud y Bienestar Colectivo
Mayo-Agosto, 2021. Vol 5, Nº 2 ISSN 0719-8736
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entre la sanación social y los objetivos de la Agenda 2030 permite prevenir y abordar las
problemáticas que se pueden dar en los colegios, siguiendo las metas que se plantean.
Por su parte, las enfermedades sociales también son visibles en el colegio y se pueden
prevenir en el tiempo y espacio correspondientes, centrando la intervención en aspectos
relacionados con el Objetivo 3 de „Salud y bienestar‟ de la Agenda 2030
(14)
en lo referente a
la salud mental, el consumo de drogas, medicamentos, tabaco, alcohol o, incluso,
tecnología. En definitiva, los tiempos y espacios de la escuela deben ir orientados, además
de a desarrollar el proceso de enseñanza-aprendizaje, a trabajar la convivencia, a
acompañar a los alumnos en su crecimiento como personas, a enseñarles los riesgos de
determinadas acciones, a conversar con ellos y a demostrarles que cooperar con los demás
genera beneficios personales y comunitarios.
En ocasiones, frente a este afán por sanar, los docentes, la didáctica y el colegio pueden
constituir un inconveniente, lo que nos lleva a pensar que, incluso al intentar mejorar la
sociedad, hemos fracasado. Podemos poner como ejemplo la falta de „cultura general‟ que
posee la población, tal vez debido a que los docentes, así como la escuela en general, no
hemos fomentado lo suficiente el gusto y el interés por la lectura; o bien debido a que en el
aprendizaje siguen teniendo mucho peso los conocimientos enciclopédicos, esos mismos
que se olvidan en cuanto han sido evaluados, promoviendo un aprendizaje memorístico,
unas enseñanzas con las que muchas veces no desarrollan el pensamiento crítico. ¿Qué
queremos decir con esto? Que aunque nuestra visión sea que el colegio favorece la curación
de determinados aspectos de la sociedad, también tiene mucho margen de mejora, y que es
“esencial pensar qué ha de incluir ese abanico, que esos contenidos estén conectados entre
ellos y con la vida de los niños”
(1)
, ya que de poco sirve tener muchos conocimientos si
estos no tienen una (o los alumnos no les encuentran) utilidad o practicidad en el día a día.
No podemos dar por finalizado este apartado sin hacer una referencia directa a una
disciplina también ligada a la educación: el Trabajo Social. Se trata de una ciencia que
igualmente comienza a desarrollar el término de „sanación social‟ de una manera similar a
cómo lo hacemos desde el campo de la educación. La visión que ofrece esta disciplina se
basa en la idea de que “se necesitan modelos, o formas, o estrategias centradas en el
bienestar pleno e integral del sujeto en todas sus dimensiones –mente, cuerpo y espíritu–,
pero sobre todo en lo espiritual, donde encuentre el sujeto su propia cura, que le permita
sanar en lo emocional, y en consecuencia obtener el equilibrio y fortaleza para atender todo
lo externo y material, así como su relación con el medio ambiente, con el planeta y la
humanidad”
(15)
.
De la misma forma, podemos compartir la idea, estableciendo así un nexo de unión, del
docente y del trabajador social como “un profesional que posea un perfil con amplias
fortalezas tanto científicas como espirituales, que lo lleven a una trascendencia en su
actuación y protagonismo, alejado de los egocentrismos, de posiciones narcisistas o de
autocomplacencia, de victimización o de vanagloriar las migajas de la actuación
profesional; con sólidos principios y valores encaminados hacia la búsqueda de las
premisas reales de la atención o mejor dicho, la sanación”
(15)
.