Revista Salud y Bienestar Colectivo
Mayo-Agosto, 2021. Vol 5, Nº 2 ISSN 0719-8736
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realidad, organizan los andares. Hacen el viaje, antes o al mismo tiempo que los pies
lo ejecutan.
(19)
En los actos de caminar, de recorrer las calles también se involucra el preámbulo del ritmo.
El tiempo es también es un factor de confianza, pues, el transeúnte sabe por cuáles caminos
recorrer según la hora del día, el clima o las coyunturas que se presentan en el entorno.
Aunque en ocasiones sea breve el paso de la vivienda hasta la parada del camión o la
estación del metro, ese tiempo se contabiliza dentro de sus trayectorias. En algunos estudios
sobre movilidad cotidiana estos trayectos parecen como espacios vacíos, como si no
ocurriera algo relevante, porque se prioriza la noción de movilidad sólo desde el arribo al
transporte.
La confianza en la reconfortante seguridad de las calles urbanas destila de la
multitud de encuentros y contactos mínimos que surgen en sus veredas. El
sedimento y el rastro perdurable que dejan los contactos públicos casuales forman
un entramado de comunión-en-lo-público, tejido con los hilos del respeto y la
confianza de la civilidad.
(20)
Las calles que se transitan para iniciar o finalizar la movilidad cotidiana resultan los
espacios de familiaridad, se define en este trayecto el ánimo en que se inicia o concluye el
recorrido habitual por la ciudad. “El vacío del lugar está en el ojo de quien lo contempla y
en las piernas del habitante o en las ruedas de su auto.”
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No sólo se presentan como vías
de paso, sino que se enlazan con otras actividades que cubren nuestras dinámicas urbanas,
por ejemplo, en la calle como umbral se pueden localizar vendedores ambulantes, se
compra el periódico, un cigarro, dulces, se puede solicitar “feriar” (sic) un billete de baja
denominación para pagar el importe exacto del costo del viaje.
Se mencionaba que, en algunos puntos nodales para la movilidad cotidiana de la ZMM, los
puestos aledaños de esas calles cumplen con ese paso acelerado, hay puestos de comida, en
algunos puntos existen papelerías donde se pueden sacar copias si se acude a solicitar
empleo o realizar un trámite, según la temporada se pueden detectar quiénes venden
bebidas calientes o refrescos, paraguas, impermeables, entre otras curiosidades.
La experiencia de una calle la establece la relación entre los peatones y los
vehículos. Durante gran parte del siglo XX, el tejido urbano se reconfiguró para el
coche, con un impacto gravemente negativo para la vida tradicional de las calles.
Las calles reflejan las raíces y las historias de las ciudades.
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Se indicaba anteriormente que, la experiencia de la calle también se refleja en un
conocimiento de la calle, quizá mejor explicado en un reconocimiento, un “saber de la
calle” en donde es plausible la identificación con los otros según ciertos códigos, como un
saludo cordial, una mirada precisa sin llegar a ser intimidante o el simple ritmo en que se
debe transitar por la vereda.
(23)
“Las calles proponen o imponen recorridos. Están abiertas
para y no por el desplazamiento”
(24)
. Estos trayectos muchas veces dominados por los
transeúntes son sus referentes de seguridad y confianza, se pueden establecer las relaciones